25 julio, 2016

Una enfermedad fatal



La resolución de hacer todo para el Señor lo elevará por encima del deseo del reconocimiento, la cual es la enfermedad de muchos.

Es una falta triste en muchos cristianos que ellos nada puedan hacer al menos que sea dicho a todo el mundo. La gallina en la granja ha puesto un huevo y se siente tan orgullosa de su logro que ella debe cacarear al respecto: todos deben saber de ese pobre y solitario huevo, hasta que todo el país resuene con las nuevas.

Es así con muchos profesores: su trabajo debe ser publicado, o no lo pueden hacer más. “He aquí”, dijo uno, “he estado enseñando en la escuela por años y nadie siquiera me ha dados las gracias; creo que algunos de nosotros somos los menos reconocidos y qué vergüenza es”.

Pero si usted hace su servicio para el Señor no debería hablar así, o deberíamos sospechar que usted tiene otras metas. El siervo de Jesús dirá:

“Yo no quiero el reconocimiento humano. Lo hice para mi Amo; Él lo reconoce y estoy contento. Yo intenté agradarle a Él y le agradé, por tanto, no pido más, pues he obtenido mi fin. No busco la alabanza de los hombres, pues temo que el menor aliento de alabanza humana manche la plata pura de mi servicio”.

Si usted busca la alabanza de los hombres, con toda probabilidad usted fallará en el presente y con certeza, tarde o temprano, la perderá en el futuro.


Traducido de A Deadly Disease, extracto compartido en los Pyromaniacs.

17 julio, 2016

Una palabra crucial de la madre de Gresham Machen


La siguiente es una traducción del artículo: A Crucial Word from Machen's Mother publicado originalmente en Desiring God.

J. Gresham Machen, uno de los grandes proclamadores y defensores de la fe cristiana a inicios del siglo 20, atravesó una época de duda temerosa de camino a su confianza sólida. Notoriamente, fue su madre quien habló una de las palabras decisivas de rescate.

Él nos cuenta la historia:

La pregunta no es meramente si podemos descansar en nuestra fe, sino si podemos descansar en la duda que es la alternativa necesaria de la fe. Pasamos a veces por períodos de vitalidad espiritual muy baja. El maravilloso Evangelio que previamente nos pareció tan glorioso, viene a parecer casi como un cuento vacío. Huestes de objeciones se levantan en nuestras mentes; todo el mundo invisible retrocede en la oscura distancia, y pensamos por un momento que hemos renunciado a la esperanza cristiana.

Mi madre me habló en esas horas oscuras, cuando la lámpara apenas alumbraba, cuando pensaba que la fe se había ido y mi alma había naufragado: “Cristo", solía ella decir, "nos sostiene más firmemente a nosotros que lo que nosotros nos sostenemos a Él”.

Mi madre dio a entender con sus palabras… que la salvación por fe no significa que somos salvos porque nosotros nos mantenemos a cada momento en una actitud perfecta de confianza en Cristo. No, somos salvos porque habiendo sido unidos a Cristo por la fe, somos suyos para siempre. El calvinismo es una doctrina consoladora, de hecho. Sin este consuelo, creo que yo hubiera perecido hace mucho en el castillo del Gigante de la Desesperación. J. Gresham Machen: Selected Shorter Writings, 561.