Nota: Esta es una reflexión que he tenido en mi mente ya por muchos meses (en realidad, por más de un año), pero no tuve la oportunidad de escribirla hasta ahora. Esta, como otras que espero compartir en este año, fueron pensamientos previos a varias noticias y eventos que los más cercanos conocen mejor. Lo menciono, porque muchas veces es a través del horno de la aflicción como el Señor nos lleva a experimentar la teología que en ocasiones limitamos a un aspecto intelectual.
La pandemia hizo que, durante la mayor parte del 2020 y parte del 2021, las caminatas matutinas fueran una gran oportunidad para prestar más atención a la fauna de los parques vecinos, principalmente las aves. Para mi dicha, conforme pasaron los meses, una enredadera en mi patio había crecido lo suficiente para ser considerada por unos pajaritos para hacer nidos. Esta fue mi sorpresa cuando un día recortando unas ramas para evitar incomodar a los vecinos, descubrí un nido vacío.
Primer nido que descubrí |
La pregunta era, ¿cuál especie podía ser? Había visto colibríes llegar, pero era muy grande para que fuera de ellos. Los otros eran los conocidos comemaices, llamados en otros países chingolos, tico-tico, entre otros, y científicamente como Zonotrichia capensis, quienes frecuentaban el patio, y luego de prestar atención, noté que cada cierto tiempo ellos se escondían entre la enredadera para escoger el lugar donde poner el siguiente nido. Luego los observaría tomar ramas delgadas y secas, hasta que finalmente, era evidente que ya habían huevos porque cuando salía a jugar con los chicos o simplemente a hacer algo, la hembra salía del nido, en un instinto de supervivencia. Al hacerlo, me revelaba la posición del nido y con el tiempo, aprendí a aprovechar esos minutos en que ella se iba para tomar algunas fotos de los huevos o de los polluelos, si ya habían eclosionado.
Además, me daba cuenta cuando ya los pajaritos estaban creciendo cuando se escuchaban los chirridos de los pequeños cuando alguno de los padres llegaba con algún gusano u otro insecto. Luego de un primer accidente cuando me asomé y asusté a los pichones, ya luego pasé a observar a una distancia más lejana.
El comemaíz suele poner dos o más huevos. En mi caso, no he llegado a ver más de tres |
El verme tan fascinado por un pájaro tan común e ignorado por la gran mayoría, me recordaba de un himno que nos habla de esas aves que Dios cuida. Este himno se llama ¿Cómo podré estar triste? y parte de su letra dice:
¿Cómo podré estar triste?
¿cómo entre sombras ir?
¿cómo sentirme solo
y en el dolor vivir?
Si Cristo es mi consuelo,
mi amigo siempre fiel,
//si aun las aves tienen
seguro asilo en Él//
Coro:
Feliz cantando alegre,
yo vivo siempre aquí:
¡si Él cuida de las aves
cuidará también de mí!
De hecho, en inglés el título es más directo en su alusión a los pajaritos comunes pues se llama His Eye is on the Sparrow que se refiere genéricamente a las avecillas pequeñas y abundantes, y no solo los gorriones, pero todas estas comparten rasgos comunes. En fin, ver a estos comemaices traía pasajes como estos a la mente:
¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos. Lucas 12.6-7
Por tanto os
digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis
de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida
más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad
las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros;
y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más
que ellas? Mateo 6.25-26
En el contexto de Lucas, Cristo habla del temor que debemos tener solo a Dios y no a los hombres, y en el segundo pasaje, que es parte del Sermón del monte, reprende nuestra tendencia a la ansiedad por el día de mañana.
Ambos pasajes enfatizan nuestro valor por encima de las aves y esto es así, a pesar de la tendencia creciente a equiparar o incluso estimar más la vida de los animales y plantas que la de los seres humanos. Por eso el himno apropiadamente medita: Si Dios cuida de ellas, ¡cuidará también de mí!
No obstante, las caminatas y los nidos en mi patio, no fueron solo siempre alegría y descubrimientos interesantes. Fue también estar apercibido de nidos destruidos, cascarones de huevos que no terminaron de empollar. Fue incluso observar como unos polluelos que estaban un día, no los veía al día siguiente, no porque ya hubieran emplumado, sino por el ataque de alguna ave rapaz, una ardilla o un zorro.
Un huevo que fue atacado o que cayó antes de tiempo |
Y así, en un abrir y cerrar de ojos, tenía otro nido vacío. Dejé de tomar fotos luego de varios meses, porque me desanimaba ver tantos nidos vacíos donde ni siquiera uno de los pajaritos llegó a sobrevivir, ya fuera por mi imprudencia de aquella primera vez, o los ataques de algún depredador o las mismas inclemencias del tiempo, donde las fuertes lluvias y vientos eran capaces de destruir un nido o provocar la caída de algún polluelo. Mi proyecto de documentar todo el proceso de principio a fin se desmoronó más veces de las que quise contar.
Esto también fue una lección, pues corremos el riesgo de olvidar que esta no fue la única vez que Jesús habló de las aves para referirse a la soberanía de Dios y su providencia en nuestras vidas. Jesús también dijo:
¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. Mateo 10.29-30
Los pajarillos caen a tierra. Y nosotros también. El Padre que nos da el alimento, también es nuestro Padre en las aflicciones, y en nuestra enfermedad, en nuestra muerte y en las aflicciones, enfermedades y muertes de seres queridos. Él, quien nos sostiene diariamente, un día también será quien "esconderá su rostro" y volveremos al polvo:
Escondes tu rostro, se turban;
Les quitas el hálito, dejan de ser,
Y vuelven al polvo. Salmo 104.29
Esta realidad es igualmente consoladora, como el hecho que valemos más que unos pajarillos. Porque quiere decir que nada viene a mi vida fuera de su buena voluntad. Hasta la fecha, la pareja de comemaices me sigue visitando (yo creo que son los mismos) y al menos una vez sí vi a uno de esos polluelos alzar el vuelo, y todavía por unos días lo vi acompañado de los adultos. No sé si llegó a vivir lo suficiente para independizarse.
De mi parte, tengo las Escrituras que me recuerdan que no debo afanarme por el mañana, caeré el día que mi Padre así lo quiera, a quien puedo acudir en oración y hacer conocidas mis peticiones con acción de gracias y tener una paz que el mundo no puede dar ni ofrecer.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4.6-7
Y usted, ¿puede hacer suyas las palabras de estos versículos y cantar este himno? ¿cuál es la fuente de su consuelo y seguridad en esta vida si es que la tiene?
Siempre que soy tentado
o si en la prueba estoy,
más cerca de Él camino
y protegido voy.
Si en mí la fe desmaya,
y caigo en la ansiedad
//tan sólo Él me levanta,
me da seguridad//
Coro
Feliz cantando alegre,
yo vivo siempre aquí:
¡si él cuida de las aves
cuidará también de mí!