24 noviembre, 2010
Crítica textual
Hace dos años aproximadamente hice una pequeña prueba con el grupo de jóvenes: Escribir de memoria 2 Pedro 1.19-21. Luego yo lo leería y cada uno revisaría las fallas.
Para sorpresa de ellos, yo no solo decía las palabras, sino cada signo de puntuación que debía estar presente, así como ortografía.
¿Por qué así? Sencillo, el trabajo de copiar un texto de manera fidedigna no es sencilla. En estos días, Eduardo Flores ha publicado una serie de entradas acerca de la crítica textual. Lo que noté y que Eduardo se me adelantó hoy en señalar, es que parece que muchos parecen creer que la Biblia que tenemos es tal cual como fue escrita sin variante alguna, como si fuera por proceso de fotocopiado.
De manera que, en teoría, muchos entienden (y rechazarían) la inspiración mecánica de las Escrituras, pero en la práctica la sostienen para el proceso de copiado. Ciertamente ha habido una deficiencia en la enseñanza del proceso de formación del canon, donde se sabe que las variantes entre lo que tenemos hoy y los manuscritos son mínimas pero omitiendo unos pasajes que han sido demostrados como añadiduras posteriores, inexistentes en las copias más antiguas.
El problema, aparte de la sorpresa, es que muchos ven el señalarlos como un ataque, en vez de una confirmación de la veracidad y fiabilidad de la Biblia, la cual, aunque algunos la vean como meras palabras de hombres, no signfica en ningún modo que no exista certeza de qué fue lo que estos escribieron. El asunto de la inspiración es aparte y por supuesto, se ve beneficiado del trabajo de la crítica textual.
Recomiendo este libro para quienes deseen ampliar en el tema, un excelente regalo que me hicieron: The Canon of Scripture por F.F. Bruce:
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