07 abril, 2020

Por ella, mis lágrimas



Hace unos años escuché una predicación donde citaron estas palabras de un himno (que hasta ese momento no conocía):

Por ella mi oración,
Mis lágrimas, mi amor,
Solicitud, cuidado, afán,
Por ella son, Señor.

¿De quién habla el autor? De la iglesia. Pocas veces las he recordado tanto como en estos días cuando al cantar en casa con mi familia o con los pocos en el edificio de la iglesia, en efecto, un nudo se hace en la garganta.

Abajo una nota que incluye Wayne Grudem en su teología sistemática:

03 abril, 2020

Espiritualidad electrónica


Hoy finalizaba la lectura de Simplify Your Spiritual Life: Spiritual Disciplines for the Overwhelmed. El libro fue publicado en el 2003, es decir, mucho antes de la explosión de las redes sociales y de las transmisiones que vemos hoy tan normales que cualquiera con un teléfono puede hacerlo. El último capítulo fue casi profético para nuestros días, y quería compartir unos extractos:

Recientemente encontré un sitio web que se promocionó como una “iglesia en línea”. Afirmó que brindaba oportunidades de adoración y compañerismo, "al igual que una iglesia local". Tales “iglesias” se posicionan perfectamente para las tendencias actuales según la demografía estadounidense, ya que “aproximadamente el 16 por ciento de los adolescentes dicen que encontrarán un sustituto para las experiencias de la iglesia en línea en los próximos cinco años. La espiritualidad por Internet ya es la elección del 10 por ciento de los no cristianos y el 14 por ciento de los cristianos”

Pensemos primero en la adoración en línea. Si bien ver un servicio de adoración en la iglesia puede ser una bendición para aquellos que no pueden asistir, ver la adoración nunca puede reemplazar la experiencia de reunirse y participar con otros fieles. La adoración en línea produce observadores de adoración, no participantes. El espíritu de adoración en las Escrituras no es: “Miremos la adoración”, sino “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” y “Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Salmo 122.1; Salmo 34.3, énfasis añadido).

…La adoración congregacional de Dios sin la presencia de otros simplemente no es la misma experiencia. Además, la tentación de hacer otras cosas durante las partes más lentas del servicio o sermón, como consultar el correo electrónico… distrae al observador en línea de una manera que nunca se les ocurriría a aquellos inmersos en la reunión de adoración real.

Las bendiciones de la comunión cristiana tampoco pueden digitalizarse con éxito. Si bien podemos beneficiarnos de una especie de comunión con otros cristianos a través de Internet, el intercambio de nada más que palabras incorpóreas la convierte en una especie de media comunión. Le agradezco a Dios por la tecnología que me permite mantenerme en contacto tan fácilmente con otros creyentes que conozco en todo el mundo, pero ese no es todo el contacto cristiano que necesito.

El apóstol Juan, inspirado, escribió:

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos (1 Juan 3.14a).

En otras palabras, una de las formas en que podemos asegurarnos de nuestra salvación es midiendo la fuerza de nuestro amor por nuestros hermanos y hermanas cristianos. Y como cualquier otro amor real, este amor no puede contentarse (sin importar cuántos correos electrónicos reciba -o mensajes de WhatsApp-) con solo amar a distancia digital. Cuando los hermanos y hermanas de su iglesia local se reúnen para adorar y compartir, el amor cristiano nos compele a estar con ellos. Porque hay algunos aspectos de la comunión cristiana que simplemente no puedes descargar (descargar = como si fuera bajar algo del Internet).

Pueden consultar el capítulo original acá: http://biblicalspirituality.org/wp-content/uploads/2013/01/Minimize-Electronic-Spirituality-Part-2.pdf

02 abril, 2020

Textos fuera de contexto: Edición coronavirus, parte 3




El tercer pasaje que he visto utilizado en medio de la conocida pandemia que vivimos es Jeremías 25.32-33. Dice lo siguiente:

Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerá.

Según la interpretación que se da, el mal que va de nación en nación es el virus, en este caso el denominado SARS-CoV-2. Visto así, lo demás cae por su propio peso: claramente el mal se va propagando ocasionado la muerte desde un extremo de la tierra hasta el otro, sin oportunidad de llorar por los fallecidos o de darles una sepultura digna.

Similar al caso de Isaías 26.20, haremos bien en revisar el contexto, lo cual es clave a la hora de estudiar cualquier pasaje de las Escrituras. Me limitaré a unas pocas observaciones puntuales y observar por qué este pasaje sí es relevante, pero no por la causa que se le atribuye.


En muchas versiones es posible que se encuentre un subtítulo que acompaña al inicio del capítulo y que dice: Setenta años de desolación o de cautiverio. Aunque no parte de la escritura original, este subtítulo es muy útil para ubicarnos en el momento histórico que se está considerando.

Jeremías profetizó durante los días del rey Josías y en realidad hasta los días de Sedequías cuando se consumó la caída y cautiverio de Judá (Jeremías 1.2-3), decir, por un período de unos más de cuarenta años. Particularmente la profecía del capítulo 25 fue dicha en los días de Joacim:

Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia. Jeremías 25.1

Adicionalmente, nos deja ver cuál era la audiencia original: el pueblo de Judá. A ellos les fue anunciado que serían llevados en cautiverio a Babilonia y luego de setenta años podrían regresar. Esta profecía estuvo en el corazón de los exiliados: Daniel oró con este profecía en mente:

en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Daniel 9.2

Y eventualmente se cumplieron: los exiliados pudieron regresar a Jerusalén, y es el tema que se explora en los libros de Nehemías y de Esdras, por ejemplo.

Sin embargo, a partir del versículo 15, la revelación a Jeremías se extiende a las demás naciones:

Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío

Esto da a entender que Babilonia sería un instrumento en sus manos, no solo para castigar a su pueblo, sino a los demás también.

Y así pasó, la muerte llegó porque Babilonia fue de un lugar a otro para someter a las naciones. Hasta que llegó el momento para ellos mismos caer, Babilonia asoló a muchos otros pueblos, luego, ella misma fue castigada por Dios y fue vencida por los persas (Daniel 5).

Pero no nos equivoquemos, el pasaje sí tiene mucho que enseñarnos. Jeremías 25 deja claro que Dios no era el Dios solamente de los judíos, sino que todas las naciones están en la palma de su mano y tiene potestad para traer juicio a todas por igual.

Los juicios del pasado prefiguran la venida de aquel gran día cuando el Hijo del Hombre venga a juzgar a todas las naciones:

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Mateo 25.31-33.

Él puede hacerlo porque el Hijo es Dios, y el Padre ha dado todo juicio al Hijo (Juan 5.22). Sí, es un error interpretar Jeremías 25.32 como si se tratara del coronavirus, pero es también un grave error asumir que no tiene que ver con nosotros. Tiene mucho que ver, porque el cumplimiento de las profecías pasadas son evidencia que grita con fuerza: y pasará de nuevo y será mucho mayor.

¿Quién defenderá su causa ese día? Si su vida sigue igual en medio de y luego de esta pandemia, solo acumulará más evidencia en su contra. Su condición es más seria de lo que piensa, el diagnóstico de la Biblia es que muchos en medio del dolor y la aflicción solo se endurecen más:

Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. Apocalipsis 9.20-21.

Mi propósito con estas publicaciones no es el afán de corregir por corregir, sino de mostrar el peligro de los errores teológicos que ayudan a que muchos ignoren que hay una plaga mayor: su pecado contra un Dios Santo, y de este modo, le reconozcan y clamen por el perdón que solo halla en Jesucristo y sea Él su refugio en medio de la ira venidera.


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