30 marzo, 2020

Textos fuera de contexto: Edición coronavirus, parte 1




Los efectos del COVID-19 son variados: graves efectos en la salud, una gran cantidad de fallecidos en algunos países, un estancamiento en la economía, despidos, negocios cerrados, la imposibilidad de reunirse con seres queridos, y para la gran mayoría de iglesias, la suspensión de los cultos completa o parcial de los cultos.

Pero no quiero pasar por alto, que también se ha prestado para un mal uso, y en ocasiones, abuso, de pasajes bíblicos. Sin duda, es la oración de muchos que esta pandemia confronte a muchos y sus conciencias sean acusadas, pero la mala teología es dañina siempre, y más en estos días, en los cuales en lugar de proclamar el glorioso Evangelio, colaboramos a la confusión producto de la ignorancia de las Escrituras y del Dios que se ha revelado en ellas.

El propósito de estas entradas es abordar algunos pasajes como el Salmo 91 (la plaga no te afectará), Jeremías 25.32-34 (un mal, el virus, que va de nación en nación) o con el que quiero empezar hoy: Isaías 26.20:

Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.

El sentido más usual en el cual esta cita es compartida es en referencia a las políticas de distanciamiento social, en especial, de permanecer en casa el mayor tiempo posible.

Una regla sencilla pero muy importante al estudiar las Escrituras es saber que estas pueden tener varias aplicaciones, aunque una sola interpretación. Las aplicaciones se derivan de entender debidamente su pasaje en su contexto, y en conformidad con el mensaje general de las Escrituras para que al trasladarnos de la audiencia original a nuestros días, veamos por qué ese pasaje sigue siendo relevante, dado que toda la Escritura es útil (2 Timoteo 3.15-16).

Pero... ¿estamos aplicando bien este pasaje al insinuar que en estas palabras del profeta Isaías tenemos un mandamiento para quedarnos en la casa y dejar de congregarnos?

Sin negar el sentido de las medidas sanitarias, esto no puede ser el sentido del pasaje, y haríamos mal en reducir la indignación del Señor a una pandemia particular. Esto se ve con mayor claridad cuando empezamos a ampliar el contexto de estas palabras:

Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos. Isaías 26.21

El contexto nos habla de un juicio de Dios, y esto no puede ser ignorado: el gran juicio de Dios no es enviar un virus que cause grandes pérdidas humanas y materiales, pues esto ya ha pasado muchas otras veces. Hablo del gran juicio o del juicio final, porque es así como inicia el capítulo: en aquel día, el cual, la mayor parte del tiempo señala a la consumación de todas las cosas, y en el cual daremos cuentas por nuestras obras.

Este esconderse recuerda dos eventos pasados: el diluvio y la muerte de los primogénitos en Egipto. Noé y su familia fueron guardados del juicio divino al estar en el arca, cuyas puertas fueron cerradas y ellos permanecieron ahí hasta que las aguas bajaron. En cuanto a la plaga final en Egipto requirió que los israelitas permanecieran en sus casas, luego de marcar los postes y dinteles con la sangre del cordero sacrificado.

Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Éxodo 12.22

Y la muerte pasó y hubo gran llanto, pero Dios pasó por alto a quienes estuvieron en su casa, comiendo del cordero. Una clara señal de Aquel que vendría como el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo (Juan 1.29).

Entonces, si este pasaje no nos habla de quedarnos dentro de la casa para cuidarnos de un virus y en cambio habla del gran juicio final, ¿puedo salir de casa? Pues sí, pero por supuesto, esto no significa que el creyente pueda andar por la libre irrespetando las normas de cuidado y prevención como si fuera inmune (ya me referiré a ello en otras publicaciones) y quien las desacate se expondrá al contagio y a contagiar a otros.

Sí, estar en casa es una medida viable, pero al reducir Isaías 26.20 a una medida sanitaria estamos causando que las personas olviden que hay un peligro mayor que las muchas enfermedades virales y bacterianas, y es que vendrá un día terrible para quienes prefirieron vivir sus vidas ignorando a Dios y las muchas formas en las que nos llamó la atención.

En medio de la incertidumbre, solo quien ha hallado el descanso que Cristo da, puede conocer la paz ahora y en aquel gran día, lamentarse por lo que ocurre hoy, pero no sin esperanza. Mi seguridad no viene por estar encerrado en mi casa la mayor parte del tiempo, sino porque hay Uno de quien ni el más minúsculo virus escapa de su control.

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. Isaías 26.3-4
¿Dónde está su confianza en estos días?

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