02 abril, 2020

Textos fuera de contexto: Edición coronavirus, parte 3




El tercer pasaje que he visto utilizado en medio de la conocida pandemia que vivimos es Jeremías 25.32-33. Dice lo siguiente:

Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerá.

Según la interpretación que se da, el mal que va de nación en nación es el virus, en este caso el denominado SARS-CoV-2. Visto así, lo demás cae por su propio peso: claramente el mal se va propagando ocasionado la muerte desde un extremo de la tierra hasta el otro, sin oportunidad de llorar por los fallecidos o de darles una sepultura digna.

Similar al caso de Isaías 26.20, haremos bien en revisar el contexto, lo cual es clave a la hora de estudiar cualquier pasaje de las Escrituras. Me limitaré a unas pocas observaciones puntuales y observar por qué este pasaje sí es relevante, pero no por la causa que se le atribuye.


En muchas versiones es posible que se encuentre un subtítulo que acompaña al inicio del capítulo y que dice: Setenta años de desolación o de cautiverio. Aunque no parte de la escritura original, este subtítulo es muy útil para ubicarnos en el momento histórico que se está considerando.

Jeremías profetizó durante los días del rey Josías y en realidad hasta los días de Sedequías cuando se consumó la caída y cautiverio de Judá (Jeremías 1.2-3), decir, por un período de unos más de cuarenta años. Particularmente la profecía del capítulo 25 fue dicha en los días de Joacim:

Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia. Jeremías 25.1

Adicionalmente, nos deja ver cuál era la audiencia original: el pueblo de Judá. A ellos les fue anunciado que serían llevados en cautiverio a Babilonia y luego de setenta años podrían regresar. Esta profecía estuvo en el corazón de los exiliados: Daniel oró con este profecía en mente:

en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Daniel 9.2

Y eventualmente se cumplieron: los exiliados pudieron regresar a Jerusalén, y es el tema que se explora en los libros de Nehemías y de Esdras, por ejemplo.

Sin embargo, a partir del versículo 15, la revelación a Jeremías se extiende a las demás naciones:

Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío

Esto da a entender que Babilonia sería un instrumento en sus manos, no solo para castigar a su pueblo, sino a los demás también.

Y así pasó, la muerte llegó porque Babilonia fue de un lugar a otro para someter a las naciones. Hasta que llegó el momento para ellos mismos caer, Babilonia asoló a muchos otros pueblos, luego, ella misma fue castigada por Dios y fue vencida por los persas (Daniel 5).

Pero no nos equivoquemos, el pasaje sí tiene mucho que enseñarnos. Jeremías 25 deja claro que Dios no era el Dios solamente de los judíos, sino que todas las naciones están en la palma de su mano y tiene potestad para traer juicio a todas por igual.

Los juicios del pasado prefiguran la venida de aquel gran día cuando el Hijo del Hombre venga a juzgar a todas las naciones:

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Mateo 25.31-33.

Él puede hacerlo porque el Hijo es Dios, y el Padre ha dado todo juicio al Hijo (Juan 5.22). Sí, es un error interpretar Jeremías 25.32 como si se tratara del coronavirus, pero es también un grave error asumir que no tiene que ver con nosotros. Tiene mucho que ver, porque el cumplimiento de las profecías pasadas son evidencia que grita con fuerza: y pasará de nuevo y será mucho mayor.

¿Quién defenderá su causa ese día? Si su vida sigue igual en medio de y luego de esta pandemia, solo acumulará más evidencia en su contra. Su condición es más seria de lo que piensa, el diagnóstico de la Biblia es que muchos en medio del dolor y la aflicción solo se endurecen más:

Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. Apocalipsis 9.20-21.

Mi propósito con estas publicaciones no es el afán de corregir por corregir, sino de mostrar el peligro de los errores teológicos que ayudan a que muchos ignoren que hay una plaga mayor: su pecado contra un Dios Santo, y de este modo, le reconozcan y clamen por el perdón que solo halla en Jesucristo y sea Él su refugio en medio de la ira venidera.


Entradas relacionadas:

  1. Textos fuera de contexto: Edición coronavirus, parte 1
  2. Textos fuera de contexto: Edición coronavirus, parte 2

0 comentarios:

Publicar un comentario