Aún sigo con dudas si publicar una entrada, pero antes de ello, debo manifestar nuevamente la que fue mi posición al inicio de este blog: No considero necesario el uso de malas palabras para expresar las ideas.
Esto abarca también el cuidado que debo tener con los enlaces que ponga, como tuve que aprender por experiencia.
Con una triste percepción legalista, algunos pueden pensar que esto de las malas palabras es simplemente porque es pecado y se va a ir al infierno.
Va más allá de solo esas palabras, muchos me entenderán cuando digo que uno todavía lamenta ese día que dijo algo por lo cual todavía lo recuerdan a uno. La libertad en Cristo no es para poder decir lo que se nos venga en gana, sin meditar el impacto y consecuencias de nuestras palabras:
Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. Mateo 5.37
...todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar... Santiago 1.19
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. Colosenses 4.6
Tito 2: 8 dice que debemos tener, "palabra sana." Literalmente del griego, "palabra higiénica ( ὑγιῆ) e irreprochable." Y Pablo continúa dando la razón de porque el lenguaje de un creyente debe ser así, sin malas palabras, "de modo que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de vosotros."
ResponderBorrarLástima que muchos creyentes se han adaptado al mundo y no al revés, y han dejado salir por sus bocas la inmundicia que hay en su corazón.