20 junio, 2011

Estado laico



En Costa Rica en días pasados la aprobación de la Fecundación In Vitro ha estado sometida a votación. Antes de hablar del mismo, primero señalaré lo que me llamó la atención. Las noticias no mencionaban, en cuanto a la votación como tal, la injerencia de la Iglesia Católica o de otras organizaciones familiares "pro-vida" o por el estilo, no obstante, las reacciones y comentarios de las personas tenían esta connotación en contra.

En primer lugar, el estado laico. No hace mucho esta idea me hubiera parecido descabellada, una amenaza a la fe. No es el caso. Las instrucciones en el Nuevo Testamento nunca hablan que debamos tener un estado cristiano o que debamos luchar por uno, las ordenanzas siempre están dirigidas a someterse a las autoridades que han sido puestas, dado que Dios mismo las ha establecido. Mi cumplimiento de las leyes es independiente de la confesionalidad o no del país y del gobierno. Pensar que Costa Rica sea un país sin religión en nada cambia mis responsabilidades, es más, como protestante, soy consciente de los beneficios que la Iglesia Católica percibe por causa de la confesionalidad de la nación.

Para el creyente, a menos que tenga un bajo concepto de Dios, no debería verse las pretensiones de un estado laico como algo más que el reflejo espiritual del país. La soberanía, dominio, existencia de Dios no depende de que un país así lo quiera reconocer (no hacer).

Pero viene el otro punto. Aun, si algún día, Costa Rica es un estado laico, no puede pretenderse que las creencias y los valores de las personas no influyan en el cómo votan. Es iluso pretender que en cada puesto del gobierno en cada uno de sus poderes (no solo el Legislativo) hallan personas carentes de toda noción de religiosidad.

¿Acaso no ha habido también votación por temas como el FBI, uniones civiles del mismo sexo y otros temas delicados en otros países reconocidamente laicos?

Es más, justamente el saber cuáles son las creencias (con un testimonio consecuente con las mismas) podría ser un criterio por el cual yo daría un voto para un candidato o no, y por favor, no crean que Justo Orozco y Carlos Avendaño han recibido mi apoyo, porque definitivamente esos charlatanes no me representan y mucho menos al cristianismo bíblico histórico.

En fin, un estado laico debería promover y defender la libertad de culto, y precisamente, esta libertad se vería en que cada cual puede votar según sus convicciones.

Quedan muchas situaciones, pero esto no se puede tocar en una sola entrada, porque claro, en un país mayoritariamente católico de palabra, cabe preguntarse y ¿qué de las minorías religiosas? ¿deben los creyentes buscar participar activamente en la política? y tantas más. Espero escribir más conforme ahondo en el estudio del tema y asimismo de los comentarios de su parte.

14 junio, 2011

Sequedades de verano




tierra seca manos

Al ver las manos de cerca, siempre asocio las arrugas en la piel con esa tierra seca y quebrada.

02 junio, 2011

Un cuento: Para darle gusto a la lengua



IV


Recuerdo una broma en un programa radial en el cual la pregunta fue: "Cuéntenos, ¿tiene usted vecinos chismosos?"

Todo un éxito. Llamada tras llamada, los participantes ponían en evidencia a sus prójimos, y de la misma manera, y fue lo que más me encantó: ¡Ellos mismos eran culpables de las acciones que delataban, pero claro, el otro es el chismoso!

En fin, cada vez que intento escribir un nuevo capítulo, me siento así. Como una vieja de patio, ¿cómo decir que no ando en chismes cuando no pierdo detalle en cada relato? En fin, había alguien que había hecho de esto un arte, mejor dicho, un negocio. No que ganara dinero por chismear, pero esa "sodita" era un gran partido. Se ganaba su dinero vendiendo sus ravioles, tacos y demás frituras, a la vez que ese gran mostrador le permitía estar observando lo que pasaba en la alameda con gran claridad y con un buen pretexto, pues tenía que atender a las personas y mientras el calor y la grasa hacían su parte, ella hacía la suya, indagando, fomentando las relaciones como parte del servicio al cliente.

Se hizo muy evidente que la intención de la soda era más que el aumento del colesterol, y la verdad, las tortillitas no le quedaban muy bien. Finalmente pagó el precio por no satisfacer con sus productos y no queda ni el recuerdo de ese negocio, como muchos otros que han desaparecido, pero opciones siempre hay para darle un gusto al paladar, tanto con lo que entra, como con lo que sale de nuestra boca.

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