Imaginemos un precipicio y que la distancia para llegar al otro lado es muy grande, tanto que realmente humanamente es imposible saltarlo.
No obstante, una persona lo intenta, saltó medio metro. Otro día, otra persona, saltó poco más de medio metro. Hay uno que sigue esforzándose por aparte y cuando se anima logra un metro. Así mucho más, no se dan por vencido, alguien debe lograrlo.
No importa cuántas veces más, nadie lo logrará. En ese intento unos llegarán más largo que otros, pero el resultado será el mismo.
La ilustración, aunque muchos la podrían aplicar para varios escenarios, la recuerdo como un gran ejemplo sobre la incapacidad humana, o depravación total, de la que redactaré un par de entradas más adelante.
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