19 abril, 2010

Sin luz



Un post inesperado, en parte. Por accidente se publicó incompleto antes de redactarlo. Por un momento tuve las ideas claras, pero luego ya no sabía qué escribir. Alguien, que recientemente conozco, ha perdido a su bebé. Por historia familiar y una experiencia anterior, semanas atrás, al recibir la noticia que estaba embarazada, se sabía que no iba a ser uno sencillo, no obstante, su ilusión era evidente.
La noticia, me entristeció sobremanera. Y me hizo reflexionar todavía más en cómo actuar o decir en estos casos. Digo aún más, porque desde hace un tiempo he leído el blog de Molly Piper, esposa de Abraham Piper. Desconocía que ella también había pasado por la experiencia de perder un hijo, y ha contado como una amiga de ella recientemente ha sufrido lo mismo. Personas más cercanas a mí, ya ahora casadas, también.

Ni siquiera tengo novia aún, pero si se llegara a dar, estoy consciente que una prueba como esa, está a la vuelta de la esquina. Bebés que nunca vieron la luz. Job (personaje bíblico), ciertamente sufrió una prueba severa y drástica, pero no deja de sorprenderme cómo habló fácilmente acerca del día en el que nació, sin considerar el dolor de su madre:

Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.
Y exclamó Job, y dijo:
Perezca el día en que yo nací,
Y la noche en que se dijo: Varón es concebido.
Sea aquel día sombrío,
Y no cuide de él Dios desde arriba,
Ni claridad sobre él resplandezca.
Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;
Repose sobre él nublado
Que lo haga horrible como día caliginoso.
Ocupe aquella noche la oscuridad;
No sea contada entre los días del año,
Ni venga en el número de los meses.
!Oh, que fuera aquella noche solitaria,
Que no viniera canción alguna en ella!  
Maldíganla los que maldicen el día,
Los que se aprestan para despertar a Leviatán.
Oscurézcanse las estrellas de su alba;
Espere la luz, y no venga,
Ni vea los párpados de la mañana;
Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
Ni escondió de mis ojos la miseria.  
¿Por qué no morí yo en la matriz,
O expiré al salir del vientre?  
¿Por qué me recibieron las rodillas?
¿Y a qué los pechos para que mamase?  
Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría;
Dormiría, y entonces tendría descanso,
¿Por qué no fui escondido como abortivo,
Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?

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