12 abril, 2011

Para todos los gustos



Cuál edición de la Biblia leer no es trivial. Ciertamente no es una decisión que deba tomarse a la ligera, es más, para estudiar lo recomendable sería tener más de una pero inevitablemente alguna de ellas se convierte en la preferida para lectura devocional y uso regular.

En ese sentido, reconozco que no siempre me gusta cómo ciertos pasajes se leen en ediciones recientes con el fin de hacer el lenguaje más fácil de comprender. La misma Reina Valera que es muy popular en varios circulos protestantes no es la misma a como lo fue hace más 440 años.

El cambio no es fácil, un factor es la costumbre. Pero a veces es porque el motivo de la edición va más allá. Esto queda en evidencia al comparar dos noticias del mes pasado que llamaraon mi atención. En el primer caso, la mayoría de los ejemplos expuestos son válidos, pero en el segundo caso, la obsesión por el lenguaje inclusivo se sobrepone a todo sentido de ayudar a la comprensión de los pasajes y en cambio a diluirla para complacencia y no ofensa tanto de las masas como de las minorías.

Me imagino en un tiempo que antes que leer el texto griego, se leerá la RV1960 para saber como la entendían los creyentes del siglo XX-XXI.

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