15 octubre, 2013

La esperanza de la iglesia



Por lo que resta del año estaré en medio de una congregación en Barranca en Puntarenas y siendo una iglesia que inicia, estimé apropiado empezar una breve serie de predicaciones en el libro de Hechos. A continuación un extracto de los puntos principales (un mp3 con el sermón está al final de la página).

El mismo libro antes de empezar describiendo a la que solemos llamar la iglesia primitiva, deja muy en claro cuál es el fundamento de estos hechos y es que esta está fundada en la certeza de la persona de Jesús, la cual vemos en cuatro verdades:

La certeza de la obra de Cristo (1.1-2)

Es la certeza no solo de los hechos en su carácter histórico, sino de los hechos que confirman que Cristo es quien dijo ser que le da peso a lo que a continuación vendrá.

El Evangelio de Lucas inicia relatando las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas (Lucas 1.1-4), y estas cosas son las que Cristo hizo y enseñó.


Necesitamos ambas cosas. No podemos escoger, como creyentes, nosotros creemos tanto en los hechos atribuidos al Señor como la enseñanza que nos ha sido transmitida por medio de Su Palabra. Cuando decimos su obra no dejamos por fuera ninguna de sus palabras y ninguna de sus maravillas. Hay quienes dicen que se quedan con lo que Cristo enseñó, pero niegan sus milagros, pero los milagros no son un accesorio a la enseñanza de Jesús como veremos más adelante, eran la confirmación visible que Jesús era el varón aprobado por Dios.

Los creyentes en toda parte y en todo tiempo por la gracia de Dios afirmamos con toda certeza que Cristo sanó a los enfermos pero también que es el Verbo, la Palabra de Dios, “¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate, y anda?”. Jesús hizo ambas. Es en esta verdad que hay libertad del pecado para nosotros.

La certeza de la resurrección de Cristo (1.3-4)

Lucas no detalla o enumera estas pruebas pero se deja ver al menos dos: Una en que fueron cuarenta días que el Señor estuvo con ellos, no fueron un o dos días, para que alguien afirmara que simplemente hicieron a alguien más pasar por Jesús, no, más de un mes en los cuales si alguien todavía dudaba que estaba frente al Cristo resucitado, su fe fue confirmada.

Un segundo hecho lo tenemos en los testigos, al menos los once son testigos de esta resurrección y podemos elevar ese número a prácticamente 120, la cantidad de varones que leemos en [1.15]. Es más, Pablo nos detalla que si uno quería comprobar el mensaje podía recurrir a uno de los más de quinientos testigos de la resurrección del Señor. Esto lo tenemos en 1 Corintios 15.3-8.

La resurrección es central, porque no hablamos de un reino sin gobernante, o de un reino que ha necesitado de sucesor tras sucesor, hablamos del reino cuyo Rey es eterno, el Rey que ha vencido la muerte y está sentado a la diestra del Padre y porque Él vive, nosotros también viviremos, ¿estás convencido que el Señor murió y resucitó? ¿estás convencido que si estás en Él morirás y resucitarás a vida con Él?

¡Oh que Dios nos siga afirmando en esta verdad! Porque cuando venga la prueba o la tribulación, cuando quiera mi fe desfallecer, yo mire arriba y vea al Redentor Resucitado que me garantiza que pasada esta aflicción temporal, me aguarda una eternidad con Él.

La certeza de la ascensión de Cristo (1.9)

Esto elimina que algo le sucediera, que se escapó, los testigos lo vieron subir. Además, el hecho que el Señor tuviera un cuerpo después de su resurrección (no era sencillamente un alma que se hizo visible), nos debe recordar que Jesús fue a un lugar, ¿dónde con exactitud? No lo sabemos, pero el cielo es un lugar definido en alguna parte en el universo, en algún punto del tiempo y del espacio está ahí y por tanto, el lugar que tiene preparado para nosotros no es metafórico, existe.

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Juan 14.2

La certeza de la venida de Cristo (1.10-11)

Lo que los ángeles dijeron no fue invención de ellos, unas palabras de aliento, era hacer eco de la misma promesa dada por el Señor, ¿qué fue lo que Él dijo seguidamente de prometer que iría a preparar lugar? Juan 14.3 dice:

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Para que donde yo estoy, allí mismo estén ustedes también. ¡Oh hermanos si los tres primeros eventos resumidos en Hechos se han cumplido por cierto, no queda espacio para de duda para la cuarta! ¡ÉL VOLVERÁ DE NUEVO! Y no solo eso, volverá para juicio y volverá para llevar a los suyos por siempre y se consumará la promesa que nada ni nadie nos arrebatará de su presencia.

Veamos las hermosas palabras de 1 Tesalonicenses 4.17:

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Para siempre. ¿Es importante esta esperanza y anhelo por su regreso? Sí, tanto que está relacionado con nuestro andar con Él, Juan nos dice en su primera carta que todo el que tiene esta esperanza, es decir, la esperanza del día en que Él se manifieste de nuevo, se purifica a sí mismo. ¿Hay un anhelo por una vida santa, por una vida que crece en pureza? Recuerda que Él vendrá, debemos vivir velando, como si Él viniera mañana, porque su regreso está pronto, el siervo fiel y prudente trabaja anticipando su regreso, el siervo malo es el que dice en su corazón; “Mi señor tarda en venir”.

Necesitamos la acción constante del Espíritu Santo que nos recuerde esta verdad, y que nos conforme a esa verdad para guiar constantemente nuestra mirada arriba y decir de corazón: “Señor, ven pronto, sí, ven pronto”. Amén.

Ahora, ¿qué implicaciones tiene para nosotros estas verdades como congregación?

Deben llevarnos a centrarnos en el mensaje esencial del Evangelio (1.6-7)

Antes de partir, Cristo encauza de nuevo a sus discípulos: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones. ¿Volverá Cristo? Sí, ¿Cuándo? Pronto, ¿Día y hora? No lo sabemos, no nos corresponde y debemos detenernos ahí, es triste los engaños que han surgido en el tiempo, engaños de personas que dicen haber descubierto la fecha exacta y juntamente con ello, engañando a muchas otras almas. También nos muestra que antes que estar indagando en lo que no corresponde, debemos ser fieles testigos de este mensaje ciertísimo: Que Jesús el Hijo de Dios, dejando la gloria y majestad en los cielos se humilló a sí mismo para descender y tomar forma de siervo, y ser obediente hasta la muerte de cruz y resucitó glorioso venciendo la muerte y garantizando el perdón de pecados para su pueblo, de manera que todos los que hemos confiado en Él somos vistos ahora con la justicia perfecta del Señor, estas son las buenas nuevas por las que debemos dar la vida: De enemigos a hijos, reconciliados y adoptados por la gracia de Dios que es en Cristo.

Deben llenarnos de valor a la hora de predicar el Evangelio (1.8)

¿Cuál es nuestra razón para llenarnos de valor?

1. Porque predicamos un mensaje que es cierto: No debemos amedrentarnos porque el mundo rechace este mensaje, lo que salvará a las personas no es el convencimiento por medio de las pruebas arqueológicas, por medio de pruebas científicas, por medio de pruebas literarias, aunque existen pruebas para cada una de estas áreas, lo que salvará a las personas es el Señor Jesús, solo Él salva y la única forma que pueden saber de Él es exponer el Evangelio, la verdad.

Además, ¿Cuál es nuestra razón para llenarnos de valor? ¿Nuestra habilidad para recitar el Evangelio? No.

2. Porque se nos ha prometido al Espíritu Santo: Recibiréis poder. Es por el poder del Espíritu Santo que podemos exponer este mensaje a cada parte que el Señor nos lleve y será por su Espíritu que podremos ser testigos fieles, que preferiremos dar la vida que negar al Señor, que preferiremos perder todo lo demás y tenerlo por basura pero tener a Cristo, nuestro tesoro, porque su conocimiento y amor sobrepasa a todo lo demás.

No temamos, que el mismo Espíritu Santo que fue derramado en los apóstoles y en los creyentes de la iglesia primitiva es el mismo que sigue sellando hasta el día de hoy y sigue repartiendo dones para la edificación de cada cuerpo local.

La biblia termina con una boda (las bodas del Cordero) y la esperanza de la iglesia es que sirve a Aquel que volverá a ella, como Su Señor, pero también como Su Esposo, el Mejor Esposo, que la amará por siempre y la ilusión que muchos de los que han casado han experimentado porque llegara ese día de la boda, debe estar en cada hijo de Dios anticipando cuando venga el Redentor, y mientras llega ese momento, daremos testimonio a toda parte, hasta lo último de la tierra, hasta que el último invitado reciba la invitación del Evangelio, ¿es esta nuestra esperanza


Si quieren escuchar el sermón completo (disculpen la calidad, grabado con el celular):



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