08 enero, 2014

Dos reyes: Una ocasión similar, un gran contraste



Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras. (Jeremías 36.23-24)

En Jeremías tenemos más detalles del reinado de Joacim (el rey de este pasaje), que es descrito brevemente en 2 Reyes 23.36 – 24.7.

En particular, en Jeremías 36 tenemos un relato que puesto par a par con 2 Reyes 22 tiene muchas similitudes pero también un gran contraste.

Brevemente, en 2 Reyes 22, Josías (padre de Joacim) escucha la lectura de la ley y compungido por su pecado contra Dios, se arrepiente. Dios en su misericordia le promete que él será recogido en paz. (2 R. 22.20), y lo que es conocido para muchos de nosotros, es que este arrepentimiento genuino se evidenció en las reformas que Josías impulsó, una reforma por y en la palabra de Dios (2 R. 23.3).

Con todo, Jehová dijo que esta destrucción siempre vendría sobre Judá, ya estaba determinado.

Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá 2 R. 22.16

¿Por qué menciono esto? Porque Jehová que justamente pudo traer de inmediato la destrucción a Judá una vez muerto Josías, pero proveyó oportunidad para el pueblo, veamos lo que dice Jeremías 36.2-3:

Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado.

Joacim, entonces, al igual que Josías recibe la oportunidad de escuchar lo que ha dicho Jehová, en este caso por medio del profeta Jeremías y Baruc, encargado de leerlo (nota: esto es ejemplo de como toda la Escritura es útil y suficiente, sea ley, sea la profecía que nos fue dada).

Pero es aquí donde la reacción es distinta. Los siervos que incluso se espantaron (v. 16), ahora participaban con el rey de una actitud rebelde, que lo llevó a quemar el rollo que fue leído, en señal de orgullo y obstinación. Tuvo en poco el ejemplo de su padre que fue llevado a rasgar su corazón y Jehová dicta la sentencia con creces (v. 32). Esto se cumplió en 2 R. 24.2-6, fue hecho siervo, atacado muchas veces, y finalmente murió, haciendo lo malo delante de Jehová.

Mucho más podría seguirse diciendo y comparando ambos casos, pero volvamos la vista a nosotros. ¿Cuál es la actitud ante lo que Dios ha revelado su Palabra, en especial a su ley que nos muestra nuestro pecado y cuán cortos hemos sido para cumplirla? ¿O hacia el juicio venidero de lo cual, las profecías hacia las naciones eran antesala, creemos que no es con nosotros por ser lo suficientemente buenos o lo vemos como algo lejano que no debamos temer?

No queda duda que necesitamos la obra del Espíritu Santo, esto solo explica que Josías aun con un abuelo tan perverso como Manasés y por quien la sentencia vino (2 R. 24.3-4), se humilló y arrepintió, pero Joacim, viendo la bondad de Dios para con su padre, vivió en maldad. Es una bendición un hogar cristiano, pero cada uno de nosotros rendirá personalmente cuentas a Dios por lo que hicimos con Su palabra legada en las Santas Escrituras.

Por supuesto, el llamado no es a ser como Josías, el mismo llegó a pecar y pagó con su vida al desobedecer en lo tocante a Necao, nuestra esperanza es que Jesús el Rey de reyes se hizo siervo y cumplió la ley perfectamente, pero si por fe hemos confiado en su obra, esta fe se muestra también en obedecerle y arrepentirnos cuando incumplimos sus mandamientos. Que nos conceda el Señor un corazón sensible a su Palabra. Amén.

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