28 enero, 2014

Votando egoístamente

elecciones 2014 costa rica
Las elecciones retratan vívidamente la relación entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana. La Biblia es clara en afirmar que no hay autoridades sino puestas por Dios, que los gobernantes no escapan de su autoridad y que la que ejercen les ha sido dada (Proverbios 21.1, Daniel 2.21, Romanos 13.1-7, Tito 3.1)

A la vez, nadie duraría que (en la generalidad de los casos) un presidente es escogido por los votos emitidos. El porcentaje necesario para ser electo es posible por la suma de cada persona que emitió el sufragio. Es más que evidente en el pensamiento secular que predomina, donde más bien la frase constante es no "mezclemos religión con política".

Aclaro que no estoy promoviendo tampoco la injerencia al estilo de la religión católica en este país, pero no podemos separar las convicciones de cada candidato de sus acciones y todavía más, como creyentes, recordar que la decisión final será la voluntad divina.

Pero eso no nos exime de votar irresponsablemente, hay consideraciones a la hora de hacerlo, como bien se ha compartido en este artículo: Consideraciones a la hora de ejercer el derecho y deber del voto.


Lo que quiero es añadir unos ejemplos de lo que sería votar egoístamente:

  • Votar para ganar: No podemos tomar esto como un juego, donde no nos gusta perder y simplemente sondeamos quién tiene la mayor probabilidad de quedar como presidente
  • Votar con tal que no quede cierto candidato: Similar razonamiento es tal que mi voto es dirigido a aquel que tiene opciones de vencer a cierto candidato que parezca perfilado a ganar y por lo tanto, busco "evitarlo", sin detenerme y reflexionar si esa segunda opción es realmente mejor que la primera o que cualquier otra. El punto es no votamos para ganar ni detener la elección de alguien, debemos hacerlo por la mejor alternativa o en dado caso, en blanco, haciendo ver que ninguna alternativa era viable.
  • Votar porque dice ser creyente: En general, son las aptitudes, esta es una que puede parecer más controversial, cuando sabemos que una gran mayoría simplemente no votará por aquellos candidatos que muestran en sus propuestas o discursos una simpatía por valores tradicionalmente cristianos, pero no podemos obviar otros aspectos de aptitud para el cargo

En última instancia, debemos orar por los gobernantes, sean por los que hayamos votado o no, sean creyentes o impíos (2 Timote 2.1-2) y por nosotros mismos, para que sin importar la creciente aversión contra el cristianismo, sigamos proclamando con valor la Palabra, teniendo por gozo la afrenta a causa del nombre del Señor Jesús. (Hechos 5.41)


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