I
Tenían todo para ser la familia ideal. Eso le parecía a todos. Una pareja joven, con sus niños estudiando donde la mayoría no podía.
En este lugar que se supone todos con la misma extensión de terreno para habitar, el de ellos más grande. Podían pagar la diferencia además. Pues claro, ¿cómo una familia feliz sin los medios económicos?
Sin duda la casa más bonita en la alameda. Bonita y diferente porque no dependían de que alguien más la construyera por ellos. Pero para qué seguir hablando de lo material, del carro. Bueno, los carros, pero no necesariamente eran los del esposo esos autos que llegaban en las madrugadas. Claro, no era por andar en rumores, era la seguridad del barrio y era sospechoso que un carro estuviera estacionado tantas horas.
Las sospechas se confirmaban. Pronto era ella y los niños y ocasionalmente (otro) él.
Ese mismo portón elegante ocultaba lo que pasara, uno veía a los niños jugar ocasionalmente y a ella salir al trabajo, mucho quedaba en el misterio. La extraña ausencia de la niñera aclaró parte de esas sombras. Al verla un día, la conversación surgió: "Por buena madre" dijo ella, en ese tono irónico que bien sabemos hacer. "Ay, es que si a mi me quitaran mis hijos... me sentiría como un perro" dijo mi padre.
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